Los amantes contemporáneos han escogido -también- este lugar para manifestar públicamente su amor en forma de escritura expuesta. Las autoridades, dado el volumen de testimonios, han situado unos paneles blancos en el pasadizo que da acceso al patio con el fin de limitar los grafitis a un espacio controlado mediante la consiguiente prohibición, pero el entusiasmo de turistas y nativos desborda esos paneles y adquiere formas y soportes inusitados.
Además de los tradicionales candados, de los que ya hemos hablado en otras ocasiones, los enamorados firman los consabidos grafitis en forma de corazón sobre el muro, pero sobre todo llama la atención el despliegue de tiritas sanitarias y chicles pegados, sobreescritos y -lógicamente- marcados con la propia huella dactilar. Los propietarios de las tiendas sitas en el patio consiguen a duras penas mantener limpios los accesos a sus negocios... Esta práctica, que disputa la atención del visitante a la mismísima memoria de los Amantes de Verona y en cualquier otro contexto sería considerada vandálica, resulta cuando menos curiosa.
Las fotografías fueron tomadas en abril de 2013.